Se estima que aproximadamente el 50% de los habitantes en los países desarrollados realiza menos del mínimo recomendado de 30 minutos de actividad física de intensidad moderada casi todos los días de la semana. Estas estadísticas son alarmantes dado que la inactividad física es un factor de riesgo prominente para la diabetes tipo 2 (T2D, por sus siglas en inglés) y la enfermedad cardiovascular (CVD, por sus siglas en inglés), y junto con una nutrición pobre, es una causa líder de mortalidad en muchos países. De acuerdo a lo anterior, numerosas organizaciones de salud promueve el uso de actividad física combinada con una dieta balanceada como una estrategia terapéutica para el manejo del riesgo de CVD y T2D. Específicamente, se recomienda que los adultos realicen al menos 30 minutos de actividad física de intensidad moderada 5 a 7 días de la semana. No obstante, aunque los profesionales de la salud pueden aconsejar a sus pacientes en riesgo la actividad física, estos pacientes rara vez adoptan el comportamiento recomendado. Sigue leyendo Actividad física y el riesgo cardiometabólico global
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Las relaciones entre la dieta y el hueso
El consumo de cantidades adecuadas de ingredientes alimentarios, esto es, nutrimentos y fitoquímicos, es crítico para la salud ósea y la salud en general. Los patrones típicos de alimentación y estilo de vida influyen el desarrollo esquelético y el mantenimiento de tejido óseo a lo largo de la vida. Dado que la salud ósea depende de unos cuantos nutrimentos que no son fácilmente obtenidos en cantidad suficiente a partir de las comidas en intervalos cortos de tiempo, el patrón dietario general de consumo de alimento tiene gran importancia en la disponibilidad de cantidades suficientes de nutrimentos críticos para la construcción de hueso. Sigue leyendo Las relaciones entre la dieta y el hueso
Epigenética y diabetes mellitus tipo 2
La diabetes mellitus tipo 2 (T2DM, por sus siglas en inglés) es una enfermedad crónica multifactorial caracterizada por hiperglicemia, un resultado del deterioro en la función de las células beta pancreáticas y resistencia a la insulina por el hígado y tejidos periféricos objetivo, como el músculo esquelético y el tejido adiposo. En la resistencia a la insulina, las células corporales muestran una respuesta reducida a la insulina, lo que a su vez disminuye la liberación de glucosa en la sangre lo que lleva a mayor síntesis de glucosa en el hígado, y esto obliga a las células beta a compensar produciendo más insulina. Al final la pérdida de balance deriva en hiperglicemia. Los elevados niveles de glucosa en sangre (y deficiencia en los tejidos) pueden dañar órganos y llevar a complicaciones del sistema cardiovascular, ojos, neuronas y riñones, entre otros. Sigue leyendo Epigenética y diabetes mellitus tipo 2