Las relaciones entre la dieta y el hueso

El fosfato dietario es requerido para apoyar el crecimiento y mantenimiento del esqueletoEl consumo de cantidades adecuadas de ingredientes alimentarios, esto es, nutrimentos y fitoquímicos, es crítico para la salud ósea y la salud en general. Los patrones típicos de alimentación y estilo de vida influyen el desarrollo esquelético y el mantenimiento de tejido óseo a lo largo de la vida. Dado que la salud ósea depende de unos cuantos nutrimentos que no son fácilmente obtenidos en cantidad suficiente a partir de las comidas en intervalos cortos de tiempo, el patrón dietario general de consumo de alimento tiene gran importancia en la disponibilidad de cantidades suficientes de nutrimentos críticos para la construcción de hueso.

A lo largo de milenios, las culturas humanas han obtenido estos nutrimentos esenciales sin conocimientos de nutriología. En años recientes, las naciones tecnológicamente avanzadas han adoptado patrones de alimentación en los cuales los alimentos tradicionales han sido reemplazados, al menos en parte, por alimentos procesados. Estos alimentos, convenientes pero con menor valor nutritivo, se han vuelto comunes en las sociedades occidentales, con la subsecuente desaparición del conocimiento sobre las conductas de alimentación saludables de nuestros ancestros.

Nutrimentos requeridos para el crecimiento y el mantenimiento del hueso

La mayoría de las personas son omnívoras, pero un pequeño porcentaje (del 1% al 5%, dependiendo de la población) es vegetariana en una u otra forma. Una gran parte de la población occidental (u occidentalizada) no cumple las guías actuales de ingestión de nutrimentos, pues algunos se consumen en exceso, mientras que otros solamente lo son en cantidades insuficientes y aun severamente deficientes. De particular preocupación son la ingestión de calcio y vitamina D, que son menores a lo recomendado. Las correcciones de déficits comunes, tales como los de calcio y vitamina D, están bien reconocidas como ajustes importantes necesarios para los adultos deficientes y para los individuos ancianos, a fin de ayudarles a mantener su masa ósea. La mejora de las ingestiones deficientes de estos nutrimentos en niños y adolescentes es claramente necesaria para ayudar al crecimiento del esqueleto y para alcanzar la masa ósea pico (PBM, por sus siglas en inglés) óptima hacia el final de los años de crecimiento.

Otros déficits de nutrimentos pueden ser igualmente importantes. Por ejemplo, la vitamina K y el magnesio son también esenciales para la salud ósea, y las ingestas de estos nutrimentos en las culturas occidentales con generalmente insuficientes (en Estados Unidos, por ejemplo, son menores al 70% de la ingesta dietaria de referencia o DRI, por sus siglas en inglés) y aún deficiente (50% o menos de la DRI, en el mismo país).

Más allá de los déficits nutricionales, los excesos en la ingestión dietaria de energía total, proteína, sodio y fósforo pueden tener efectos adversos en los huesos tanto de niños como de adultos.

Energía

La ingestión de energía y la masa ósea están asociadas positivamente en todas las etapas de la vida. Durante la niñez, la ingestión de energía debe ser suficiente para apoyar la formación esquelética y su crecimiento. En los niños, la ganancia excesiva de peso no favorece el crecimiento óptimo del esqueleto, y se ha reportado que lleva a un incremento en fracturas, especialmente en la muñeca. En los adultos, sin embargo, la ganancia de peso derivada por una ingestión excesiva de energía puede ejercer una influencia positiva en la masa ósea y, por el contrario, la pérdida extrema de peso y/o la desnutrición pueden incrementar el riesgo de osteoporosis. La pérdida de peso debido a anorexia nervosa o a otros desórdenes alimentarios está usualmente acompañada por pérdida de hueso. En mujeres anoréxicas, la pérdida de hueso resultad de la deficiencia asociada en estrógeno, así como a una ingestión subóptima de energía. La pérdida de grasa corporal normal puede llevar a una reducción en la producción ovárica de estrógeno, amenorrea y pérdida ósea.

Proteína

La formación de hueso durante el crecimiento en la vida temprana requiere suficiente ingestión de proteína para formar la matriz orgánica del hueso. Tanto la ingestión demasiado alta como la demasiado baja de proteínas son dañinas para el hueso. Cuando una ingestión baja de proteína en adultos es suplementada con proteína (carne) de cara a una ingestión baja de calcio, la absorción intestinal de calcio puede ser incrementada y presumiblemente la masa ósea puede ser mantenida. Por otro lado, en los niños en crecimiento, la ingestión dietaria elevada de proteína, particularmente proteína animal que contenga aminoácidos acídicos, puede incrementar las pérdidas urinarias de calcio, derivando en un crecimiento esquelético subóptimo y pérdida de masa ósea. La ingestión óptima de proteína, incluyendo las de fuentes animales, apoyan el desarrollo y el mantenimiento de huesos saludables a lo largo de la vida. La ingestión suficiente de proteína puede reducir las fracturas de cadera en el anciano.

Calcio

Las fuentes alimentarias más ricas en calcio existen como productos lácteos bajos en grasa. La ingestión típica de calcio en los países occidentales está por debajo de las cantidades recomendadas en las guías actuales, comenzando con la adolescencia temprana. Una dieta basada en alimentos de origen vegetal puede ser capaz de proporcionar suficiente calcio si se seleccionan los alimentos apropiados. El calcio de los alimentos lácteos puede ser la mejor fuente para el desarrollo esquelético. El consumo de alimentos fortificados con calcio, consumidos como parte de una dieta regular, pueden también optimizar o mantener efectivamente la salud esquelética. Los suplementos de calcio pueden incrementar la ingestión en aquellos que no pueden cubrir sus necesidades con la ingestión de alimentos convencionales o fortificados con calcio, pero dicha suplementación en mujeres en edad pre-reproductiva es efectiva solamente por 12 a 18 meses. Estas ganancias, no obstante, no pueden ser mantenidas luego de que los suplementos con calcio son interrumpidos, y la pérdida de hueso puede rápidamente rebasar la ganancia previa, al menos en niños en crecimiento. La suplementación por sí misma no puede ser efectiva en la promoción de una ganancia en la masa ósea, si el individuo ya está consumiendo una cantidad adecuada de calcio; en efecto, la pérdida de hueso puede aún ocurrir en mujeres suplementadas con calcio, pero a una tasa más lenta que en un grupo comparable de mujeres en placebo. Es necesaria una estrategia unificada de salud pública para asegurar la ingestión óptima de calcio a partir de alimentos (tanto naturales como fortificados) y, si es necesario, suplementar, cuidando evitar las cantidades excesivas que se acerquen a los niveles máximos tolerables de calcio (2500 mg/día) y que elevan el riesgo de calcificación vascular y de tejidos blandos en adultos.

Fósforo

El fósforo, junto con el calcio, está presente en el esqueleto en grandes cantidades, como parte del mineral óseo. Por tanto, el fosfato dietario es requerido para apoyar el crecimiento y mantenimiento del esqueleto. Sin embargo, la dieta occidental promedio, rica en alimentos procesados, contiene cantidades mayores de este elemento esencial, que en las décadas previas, lo que ha hecho surgir preocupaciones sobre los posibles efectos adversos de la ingestión excesiva más que de aquellos debidos a deficiencia de este nutrimento. Algunos estudios han mostrado que la ingestión excesiva de fósforo de origen alimentario ejerce efectos adversos en el esqueleto. Adicionalmente, debido a las diferencias en las eficiencias de absorción (70% para fósforo y 30% para calcio) durante la vida adulta, es recomendable buscar una relación de ingestión de 1:1.

Magnesio

El magnesio es otro mineral que, en estudios animales, ha demostrado ser requerido para el desarrollo y mantenimiento normal del hueso. El magnesio no es parte integral de los cristales minerales óseos (compuestos de calcio y fósforo o hidroxiapatita). Aproximadamente dos tercios del total de 25 g de magnesio en el cuerpo humano promedio están ligados a las superficies de cristales óseos. La suplementación de magnesio tiene poco o ningún efecto en el incremento de masa ósea. Las ingestiones bajas de magnesio son comunes entre mujeres y hombres de todas las edades en muchos países, debido principalmente al consumo insuficiente de verduras de hoja verde obscuro.

Vitamina D

La vitamina D dietaria es convertida en una de las hormonas esenciales, 1,25-dihidroxivitamina D que, junto con la hormona paratiroidea (PTH, por sus siglas en inglés), regula el metabolismo del calcio. La importancia de la vitamina D en el metabolismo del hueso es evidente en las enfermedades derivadas de las deficiencias de dicha vitamina, raquitismo en niños y osteomalacia en adultos. El raquitismo resulta en deformidades en los huesos, mientras que la osteomalacia en adultos deriva típicamente en osteopenia, fracturas, pobre curación de fracturas y debilidad muscular. Muchos ancianos tienen concentraciones séricas de vitamina D por debajo de los niveles óptimos debido a una disminución en el consumo de fuentes alimentarias y a muy poca exposición a la luz solar, la que permite la producción de vitamina D en la piel. La producción cutánea de vitamina D disminuye con la edad, y también como consecuencia del uso de indumentaria o substancias tópicas que bloquean los rayos solares. La exposición al sol es particularmente baja en latitudes altas durante los meses de invierno. La producción cutánea de vitamina D en respuesta a la exposición a la radiación ultravioleta B (UVB) ha sido la principal fuente de esta molécula durante los meses de penetración de UVB en la atmósfera, a finales de primavera, el verano y el principio del otoño en el hemisferio norte (lo opuesto en el hemisferio sur) mientras que en la actualidad, las fuentes dietarias han tomado mayor prominencia. Una gran mayoría de personas en los países occidentales no consume cantidades adecuadas de esta vitamina liposoluble.

Vitamina K

La vitamina K es un micronutrimento que se considera un elemento protector contra la pérdida de masa ósea y osteoporosis, debido a su papel en el mantenimiento de la matriz orgánica del hueso, a través de modificación de aminoácidos específicos en las proteínas de la matriz. Estudios en mujeres postmenopáusicas han mostrado que la vitamina K puede tener efectos benéficos modestos en la rotación de hueso (acreción y resorción) y el metabolismo del calcio. Las acciones de la vitamina K pueden ser responsables de otros efectos benéficos en el esqueleto y el metabolismo del calcio. Debe notarse que también existen estudios que no apoyan un papel benéfico de la vitamina K en la densidad mineral ósea (BMD, por sus siglas en inglés) o en la prevención de fracturas.

Vitamina A

El consumo de vitamina A dentro de los niveles recomendados se considera benéfico para la salud ósea, pero algunos efectos negativos pueden resultar  por muy poca o demasiada vitamina A. Ambos tipos de células óseas, osteoblastos y osteoclastos, contienen receptores para el ácido retinoico, que se deriva de la vitamina A. La ingestión elevada de vitamina A (retinol) puede contribuir a la resorción excesiva de hueso, resultando en la pérdida de hueso y aún en fracturas de cadera. El consumo de β-caroteno, otros carotenoides y licopeno en frutas y verduras, tiene efectos positivos en la salud ósea y reduce el riesgo de fractura de cadera, posiblemente a través de sus papeles antioxidantes más que por su conversión a retinol.

Vitamina C

De forma similar a la vitamina K, la vitamina C (ácido ascórbico) juega un importante papel en el mantenimiento de la salud ósea a través de su efecto en la modificación de proteínas en el hueso. La matriz ósea, compuesta de colágeno, el principal componente orgánico del hueso, sirve para organizar la estructura tridimensional lamelar del hueso y es el principal determinante de la fortaleza del hueso. Las moléculas de colágeno están entrecruzadas, lo que incrementa su resistencia y por tanto aporta parte de la fortaleza del hueso. Se ha demostrado que cantidades óptimas de ingestión de vitamina C reducen el riesgo de fractura de cadera. En la deficiencia de vitamina C, la estructura orgánica del hueso puede debilitarse debido a un entrecruzamiento subóptimo del colágeno. La deficiencia de vitamina C es poco frecuencia en occidente, debido a la fortificación de muchos alimentos con dicha vitamina. La vitamina C también tiene un papel importante como antioxidante en las células óseas, así como en otros tipos celulares en los tejidos corporales.

Antioxidantes

Varios nutrimentos  antioxidantes que existen en los alimentos actúan para limitar la actividad de radicales libres en las células y ayudan a prolongar la vida y limitar los daños de las mismas, incluyendo las células óseas. Además de la vitamina C, la vitamina E, los carotenoides y licopeno, selenio y otros elementos traza tienen importantes papeles en la disminución de efectos  oxidativos de los radicales libres, particularmente las especies reactivas de oxigeno (ROS, por sus siglas en inglés). Muchos fitoquímicos, procedentes de una amplia variedad de alimentos, tienen efectos similares.

Flúor

El agregar flúor al agua ha sido una medida efectiva para reducir la caries dental, pero estudios sobre los efectos de este nutrimentos sobre el contenido mineral óseo (BMC, por sus siglas en inglés) y reducir las fracturas, han sido decepcionantes. Los estudios sobre flúor han demostrado que la protección no es obtenida por los niveles cariostáticos encontrados en el agua municipal (1 ppm). Los suplementos con flúor en dosis suficientemente elevadas (mayores a 3 ppm) pueden ser deteriorantes para el hueso debido a defectos en la fase mineral del hueso, ocasionando que el mismo esté bien mineralizado pero quebradizo (histéresis). Actualmente, el uso suplementario de flúor no está recomendado para mujeres (incluidas aquellas con osteoporosis) debido al riesgo de efectos adversos en los huesos asociados con las mayores exposiciones. Es poco probable que la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) u organismos similares en otros países aprueben el uso de flúor en cantidades superiores a 1 ppm con la intención de beneficiar la masa ósea, debido a que la calidad del hueso formado con cantidades mayores es estructuralmente inferior, lo que provocaría que el riesgo de fractura pueda incrementarse.

Fitomoléculas

Los fitoestrógenos, incluyendo las isoflavonas de soya, han sido propuestos por sus acciones osteoprotectoras, debido a su activación de los receptores de estrógeno en las células óseas, especialmente los osteoblastos. Estas moléculas tipo estrógeno, clasificadas químicamente como polifenoles, se han reportado por poseer efectos positivos en las mediciones óseas en mujeres postmenopáusicas y en mujeres con niveles bajos de estrógenos en circulación, comparadas con aquellos en las mujeres tratadas con placebo en algunos estudios, aunque estudios más recientes no apoyan totalmente estos hallazgos. Las isoflavonas de los productos de soya pueden tener débiles beneficios para el esqueleto en mujeres postmenopáusicas. En mujeres adultas jóvenes con estatus normal de estrógeno, las isoflavonas parecen no tener efectos en el hueso.

Interrelaciones entre calcio y fósforo

La deficiencia  insuficiencia dietaria de calcio entre adultos es común, pero la deficiencia de fósforo es extremadamente rara, debido a que prácticamente todos los alimentos naturales contienen fósforo.  El consumo subóptimo de fósforo es poco probable si se consume una cantidad adecuada de energía. La ingestión baja de fósforo, sin embargo, puede existir en un pequeño porcentaje (menor al 5%) de ancianos que viven en estado de pobreza y no consumen suficientes alimentos que contengan cantidades adecuadas de fósforo. Una ingestión muy baja de fósforo puede resultar en osteomalacia hipofosfatémica, la cual disminuye tanto la densidad como la fortaleza del hueso. La suplementación con sales de fosfato no es recomendada para los individuos sanos debido a que cantidades altas de este mineral ya se consumen en la dieta rica en alimentos procesados en los países occidentales.

El exceso de fosfato –junto con la deficiencia de calcio- tiende a incrementar la secreción de PTH y por lo tanto disminuye la masa y densidad del esqueleto, debido en parte a que los iones de fosfato son absorbidos mucho más rápido que los iones de calcio. Si se vuelve crónico, el continuo hiperparatiroidismo puede llevar a osteopenia y osteoporosis. La toxicidad por fosfato, resultante de un exceso dietario de fósforo, es extremadamente rara en individuos con una función renal normal. La reciente disminución en la relación dietaria de calcio a fósforo en las últimas décadas por debajo de 1:1, aún tan bajo como 0.5:1, ha resultado de un declive en el consumo de calcio dietario, asociado con una menor ingestión de leche y un incremento en el fosforo dietario contenido en las bebidas de cola y los alimentos procesados con aditivos de fosfato.

Interrelaciones entre calcio y vitamina D

Un estatus deficiente de calcio dietario tiene un gran impacto en la producción renal de la forma hormonal de la vitamina D, así como en un incremento en la concentración sérica de PTH. Ambas adaptaciones hormonales están diseñadas para aumentar la absorción de calcio y liberar el calcio del hueso para restablecer la concentración sérica normal de los iones de calcio. Si tanto la ingestión dietaria de calcio y vitamina D son menores a lo recomendado, muy poco calcio es absorbido y, por tanto, menos del mismo se integra al mineral óseo. Las consecuencias extremas de una deficiencia de estos dos nutrimentos son el raquitismo en niños y la osteomalacia en adultos, como ya se ha explicado arriba.

Nutrición y salud ósea a lo largo de la vida

Los requerimientos de nutrimentos varían de acuerdo a la etapa del ciclo de vida. Estas necesidades están determinadas por las mayores demandas para el crecimiento del esqueleto durante la vida temprana y los requerimientos para mantener el esqueleto luego que la PBM es alcanzada, aproximadamente a la edad de 30 años. La acumulación de hueso en la vida temprana o ‘ganancia temprana’ provoca mediciones medias de BMD de la población saludable de hombres y mujeres de los 20 a los 29 años de edad, que son utilizados como los estándares para comparación con las mediciones óseas individuales más adelante en la vida.

La llamada ‘pérdida tardía’ de hueso difiere entre hombres y mujeres. El decline esquelético acelerado en la masa y densidad óseas de las mujeres ocurre característicamente después de la edad de la menopausia, alrededor de los 50 años, y estos declives están asociados primero con osteopenia y luego con osteoporosis. En los hombres, la pérdida tardía comienza después y típicamente resulta en una menor pérdida general antes de la muerte, a edades menores que las de las mujeres. La combinación del período más temprano de vida, esto es, la acumulación de mineral óseo en el esqueleto, y el periodo posterior como uno de pérdida, se conoce como el ciclo de ‘ganancia temprana y pérdida tardía’, a la que hace mención.

La acumulación de mineral óseo y la eventual pérdida de dicho mineral están íntimamente conectadas con la actividad de las células vivas en el hueso. Estas células son responsables de las actividades del modelado óseo (predominantemente construcción), esto es, formación de hueso y resorción (degradación) de hueso, así como el remodelado (construcción y rotación del modelo final) que ocurren durante el desarrollo esquelético y a lo largo de la vida. Consumos insuficientes de calcio y vitamina D existen comúnmente entre porcentajes relativamente altos de la población, y estos déficits se extienden a todo el ciclo vital, aunque son más altos en las mujeres que en los hombres. El no alcanzar la PBM óptima como consecuencia de una nutrición pobre durante los años de crecimiento no puede ser revertido más adelante a través de incrementos en la ingestión de calcio y vitamina D, por lo que es fundamental cuidar la dieta durante la niñez y la adolescencia.

Nutrición y crecimiento esquelético del nacimiento a la adolescencia

La provisión de una dieta adecuada, que contenga todos los nutrimentos requeridos para el desarrollo de huesos sanos en niños, es obviamente la responsabilidad de los adultos. La buena nutrición durante los años de crecimiento postnatal influye en gran medida en lograr o no el crecimiento esquelético óptimo, el cual, a su vez, está regido por el potencial genético. Muchos estudios han mostrado que las dietas de alta calidad, en términos de proteína, energía y micronutrimentos, estimulan el crecimiento de todos los tejidos, incluido el esqueleto. La juventud con mejor nivel socioeconómico de los países occidentales y Japón, desde 1950, alcanzan o se acercan a las alturas medias de los niños estadounidenses. El calcio y otros minerales en la dieta son retenidos en el esqueleto, pero la ingestión de calcio per se tiene poco que ver con la aceleración del crecimiento esquelético. La ingestión adecuada de calcio es necesaria, pero no suficiente en sí, para alcanzar la masa ósea óptima. La energía adecuada y la proteína de alta calidad son los nutrimentos críticos, necesarios para proporcionar el estímulo para la producción de la matriz orgánica como parte del crecimiento esquelético de la infancia y hasta el final de la adolescencia. La ingestión de calcio debe permanecer razonablemente alta para incrementar el contenido mineral y la densidad del esqueleto durante el crecimiento  (prepuberal y postpuberal) y el periodo de postcrecimiento temprano de los años veintes (adultez joven). Esta necesidad de calcio es especialmente evidente en las mujeres, quienes consumen muy poco calcio en muchos países occidentales, para acumular cantidades adecuadas del mineral. Los hombres con rápido crecimiento en los últimos años de la adolescencia también requieren de una cantidad abundante de calcio, tal vez más que las DRI específicas actuales, para alcanzar una masa esquelética óptima.

El concepto de un requerimiento de calcio es complicado por el hecho de que, a pesar de las ingestas dietarias de calcio relativamente pobres, los niños en los países occidentales desarrollados tienen un crecimiento esquelético satisfactorio si la ingestión de energía y la de proteína son satisfactorias. Al menos durante el periodo adolescente de crecimiento, la eficiencia de la absorción de calcio es alta, tal vez el 60%, para cubrir las necesidades esqueléticas de calcio en la formación de hidroxiapatita. El óptimo desarrollo de PBM, sin embargo, es alcanzado por ingestiones de calcio que se aproximan a la DRI (1300 mg/día), procedente de productos lácteos y otros alimentos que contienen calcio a lo largo de estos años tempranos. Las niñas premenarquia (10-12 años de edad) tienen típicamente las mayores ganancias de masa ósea y densidad de cualquier etapa de la vida, debido a su rápido crecimiento, y con ingestiones óptimas de calcio continúan ganando masa ósea. El balance positivo de calcio es la regla durante la fase de crecimiento; existe un balance cero o ligeramente positivo durante la fase de equilibrio de la década de los veintes y un balance negativo de calcio domina durante las fases resorcivas de los periodos postmenopáusicos y la edad avanzada. Existe un estado saludable del balance de calcio cuando la formación equivale a la resorción por un periodo de meses, esto es, un balance cero, pero después de la década de los veintes, el balance cero ocurre raramente.

El crecimiento esquelético en longitud (talla) cesa en las mujeres adolescentes aproximadamente dentro de los 2 a 4 años posteriores a la menarquia, mientras que los hombres continúan creciendo hasta los primeros años de los veintes. Como ya se ha indicado, la ingestión de calcio continúa siendo importante debido a la acumulación de calcio en la hidroxiapatita, la sal mineral del hueso, durante esta fase temprana de adulto, algunas veces llamada ‘consolidación del hueso’. La acumulación de la PBM no se alcanza hasta después del crecimiento óseo en longitud y la adquisición mineral postcrecimiento han sido completadas, esto es aproximadamente a los 30 años de edad. Por lo tanto, la ingestión adecuada de calcio es importante tanto para alcanzar la PBM como para el mantenimiento de estos tejidos esqueléticos durante las décadas de adultez temprana. Las DRI disminuyen de 1300 mg/día durante la adolescencia a un poco menos durante la vida adulta. Una ingestión alta de calcio más tarde en la vida, no obstante, no compensa  una ingestión deficiente durante la niñez y la adolescencia.

Nutrición y cambios óseos después de que el crecimiento esquelético (longitud) ha cesado

La fase mineral del tejido compacto de los huesos largos incrementa su contenido de calcio y fósforo durante este periodo postcrecimiento. Por ejemplo, se ha estimado que una mujer adulta joven, entre las edades de 20 y 30 años, puede ganar un 5%-10% de masa esquelética durante esta década. El ancho de los huesos largos puede continuar incrementándose a tasas muy bajas por casi el resto de la vida. La ingestión óptima de calcio debe maximizar la PBM del individuo hacia los 30 años de edad. En las mujeres, el mantenimiento de la masa ósea ganada en la adultez temprana se vuelve más importante con cada década que pasa después de la menopausia o la andropausia, cuando continúa la pérdida de masa ósea, frecuentemente a una tasa incrementada. En las mujeres, una pérdida acelerada de hueso ocurre típicamente dentro de la primera década posterior a la menopausia.

Luego que cesa el crecimiento, la actividad física y el embarazo/lactancia son los principales factores que contribuyen a mayores tasas de remodelado de hueso y a un incremento en BMC y BMD, hasta aproximadamente los 40 años de edad. Luego de dicho periodo, tanto el remodelado como la pérdida de hueso ocurren típicamente hasta la edad de 50 años, que es la típica para el comienzo de la transición menopáusica, que dura aproximadamente una década.

Nutrición y pérdidas esqueléticas durante la vida tardía

Durante la década posterior a la menopausia, la resorción de incrementa en relación a la formación (fenómeno conocido como desacoplado) en el periodo avanzado de la vida, contribuyendo a una reducción tanto de BMC como de BMD. Los hombres pierden hueso gradualmente durante las últimas décadas de la vida. Los estimados promedio de ingestión de calcio en hombres y mujeres típicamente son menores que  las ingestiones adecuadas de 1200 mg/día, comenzando a la edad de 50 años.

Hacer más lento el dominio de la resorción sobre la formación en las últimas décadas de vida puede mejorarse con ejercicio en conjunto con una ingestión adecuada de calcio, además del uso de medicamentos que contribuyen a conservar el tejido óseo. Los médicos previamente prescribían la terapia de remplazo de hormonas, consistente en un estrógeno y una progestina, durante la menopausia temprana, pero estos medicamentos pueden incrementar el riesgo de cáncer de seno, endometrio y otros cánceres reproductivos, a menos en las mujeres de edad avanzada. Por lo anterior, en la actualidad se prescriben otros medicamentos principalmente para las mujeres, a fin de hacer más lenta la pérdida de masa y densidad óseas (prevención secundaria) con resultados bastante robustos. El calcio suplementario ha sido utilizado para alentar la pérdida de hueso por la inhibición de la liberación de PTH en los sujetos de edad avanzada y para ayudar a mantener la masa ósea.

Los requerimientos humanos precisos de calcio más allá de la fase de crecimiento adolescente continúan inciertos. Durante la adultez tardía, cuando la sarcopenia (un declive en la masa muscular) acompaña comúnmente a la osteopenia, los ancianos tienen una alta prevalencia de bajos consumos de calcio y vitamina D, por lo que los suplementos pueden mejorar las mediciones óseas, esto es, la BMD, en un grado modesto. La suplementación de calcio en las mujeres postmenopáusicas ha proporcionado ganancias limitadas en BMD. Una ingestión muy alta de calcio, por el contrario, puede contribuir a la calcificación arterial, especialmente cuando la función renal declina.

El tipo de tejido óseo que experimenta la mayor pérdida con el envejecimiento es el trabecular o el canceloso, en buena parte debido a la mayor área superficial. Mucho del tejido trabecular está localizado en los cuerpos vertebrales (columna vertebral) y las cabezas de los huesos largos (cadera y muñeca). Muchos individuos comienzan a perder talla alrededor de los 50 años de edad debido a un acortamiento de la altura vertebral (no la talla de pierna) resultante de la compresión o el aplastamiento de la vértebra, particularmente aquellas en la región lumbar, cuyos cuerpos vertebrales son altos an tejido óseo trabecular.

Cuando la masa ósea declina por debajo de cierto umbral inferior en las mujeres dentro de a primera o segunda década posterior a la menopausia y en los hombres en sus sesentas y setentas, ocurre un incremento en el riesgo de fracturas de vértebra y cadera en estos individuos. Además de los factores dietarios y de actividad física, muchas otras variables de estilo de vida contribuyen a las fracturas osteoporóticas y a la supervivencia subsecuente, especialmente luego de una fractura de cadera. Debido a las elevadas tasas de prevalencia de fracturas de cadera en el anciano, que resultan en una mortalidad significativa y en elevados costos de atención médica, la osteoporosis se ha vuelto un enorme problema de salud pública en muchos países, especialmente en aquellos en donde las poblaciones están envejeciendo. En las décadas futuras, virtualmente todos los países asiáticos, africanos y latinoamericanos serán igualmente afectados. Pueden darse muchas razones para el incremento en las tasas mundiales de fracturas osteoporóticas de cadera, pero un factor demográfico importante es el aumento en la longevidad de hombres y mujeres en los países económicamente desarrollados debido a una mejor alimentación, mejores cuidados de salud y una mejora en las condiciones generales de vida. El envejecimiento de las poblaciones también está ocurriendo en las naciones menos desarrolladas, por lo que se anticipa que habrá un ajuste en las tasas de fracturas osteoporóticas en las mismas, en los años por venir.

Dietas vegetarianas

Las dietas vegetarianas vienen en diferentes formas, que van de la estricta (vegana) a las lactovegetarianas, ovovegetarianas y las ovolactovegetarianas, hasta las dietas vegetarianos que incluyen pescado ocasionalmente. Los flexitarianos son aquellos que tratan de comer con poco dinero, pero en ocasiones pueden consumir algo de pollo o carnes rojas. Los omnívoros, por supuesto, consumen todos los grupos de alimentos, y muchos alimentos procesados están hechos para este tipo de comportamiento alimentario. Los pocos estudios en huesos que se han realizado con ovolactovegetarianos y un meta análisis reciente confirman que los vegetarianos tienen mediciones óseas similares a todas las edades del ciclo vital que los omnívoros, dentro de los rangos normales de BMD durante a vida adulta temprana, pero que las mediciones medias parecen ser ligeramente menores para los vegetarianos, aunque solo marginalmente. El único estudio prospectivo que examinó los cambios óseos de ovolactovegetarianos ancianos mostró que estos perdieron masa ósea durante 5 años, en aproximadamente la misma tasa que los omnívoros.

Papel de la actividad física en el desarrollo y mantenimiento óseo

Varios reportes en la última década han sido publicados con hallazgos sobre los efectos benéficos del ejercicio con pesas tanto en BMC como en BMD. Las ganancias más benéficas resultantes del ejercicio ocurren en los periodos tempranos de la vida (las niñas premenarquia y ligeramente posterior en lis niños). Los beneficios de la actividad física en el esqueleto pueden ocurrir a cualquier edad, aunque no menos robustos luego de que el crecimiento ha cesado. Los ancianos muestran las menores ganancias en BMC o BMD, pero indudablemente, pueden mejorar en estas mediciones así como en sus estructuras microarquitectónicas óseas de los huesos afectados. Recientemente se ha vuelto evidente que las prácticas de ejercicio en la parte superior del cuerpo, el caminar y otras actividades, deben continuar en una base regular o las ganancias en masa ósea serán perdidas. Las tasas de fracturas osteoporóticas que ocurren durante las décadas postmenopáusicas son mayores en las mujeres no activas que en aquellas con mayor actividad.

La actividad física ejerce fuerzas en el tejido óseo que mejora el desarrollo durante los años de modelado óseo y ayuda a mantener el hueso durante los años de remodelado óseo. Los beneficios de la actividad en el hueso a partir de la edad de los 40 años y hacia adelante, tiene pocos o nulos efectos en la BMD, pero incrementan la rotación de hueso –o sea, nuevo hueso- en sitios críticos del esqueleto, lo que puede retrasar fracturas en dichos sitios. La combinación de ejercicio más ingestas adecuadas de calcio y otros nutrimentos, contribuye a tener huesos saludables a lo laego de la vida.

El consumo de cantidades adecuadas de nutrimentos y fitoquímicos, es crítico para la salud óseaSubir