El tracto gastrointestinal es un ecosistema complejo que puede ser un reservorio tanto de bacterias benéficas como dañinas. Recientemente ha crecido el interés en el papel de la microbiota gastrointestinal en la salud, así como en el uso deliberado de suplementos bacterianos para influenciar esta comunidad microbiana en una manera que podría potencialmente ayudar a mantener la salud y prevenir la enfermedad.
Los probióticos (definidos como cualquier microorganismo vivo, que cuando se administra a anfitriones humanos o animales tiene beneficios que promueven la salud) podrían ofrecer potencialmente una alternativa a las terapias convencionales tales como antibióticos para la profilaxis o tratamiento de infecciones intestinales. De varios estudios in vitro e in vivo, es claro que los probióticos ofrecen gran potencial en la prevención y tratamiento de infecciones. Sin embargo, un claro entendimiento de sus mecanismos de acción es requerido para asegurar su uso eficiente. Se presume que los probióticos modulan la flora intestinal indígena y mejoran la salud vía a plétora de mecanismos potenciales de acción, tales como inmunomodulación, antagonismo directo o exclusión competitiva. Los probióticos pueden inhibir el crecimiento de patógenos entéricos al disminuir el pH luminal, la secreción de péptidos/proteínas bactericidas o la estimulación de la producción de defensinas (proteínas ricas en cisteína, efectoras de la inmunidad innata) por las células epiteliales. Los probióticos pueden también bloquear la adhesión o la invasión de los patógenos al epitelio intestinal, bloqueando los receptores de la superficie epitelial o por la inducción de mucinas, moléculas de carbohidratos que forman una barrera a los largo de la monocapa epitelial.
Han sido realizados varios estudios in vivo, para determinar las capacidades probióticas de las cepas estudiadas. Mientras que estos estudios han sido importantes para demostrar la eficacia probiótica contra varias enfermedades infecciosas, solo algunos de ellos han identificado específicamente la base mecanística detrás de los beneficios observados y muchos de ellos descansan en datos in vitro para descifrar el posible mecanismo de acción. Sin embargo, lo que ha surgido hasta ahora es que la inhibición de los patógenos por probióticos específicos puede representar una interacción comensal-patógeno altamente específica. Es claro que se requiere un entendimiento adicional de este fenómeno a fin de específicamente atacar patógenos gastrointestinales a través del uso de cepas probióticas apropiadas.
Evidencia de mecanismos potenciales de acción
Función de la barrera epitelial y señalización probiótica
Un mecanismo clave por el cual se piensa que los probióticos ejercen su actividad antiinvasiva es vía la inducción de cambios conformacionales dentro de la monocapa epitelial. En un estudio reciente de interrupción de barrera en células epiteliales T84 por infección con Escherichia coli enteropatogénica, coincubación con la cepa probiótica de E. coli Nissle 1917 (EcN) o adición del probiótico después de la infección, abolió esta interrupción y restauró la integridad de la barrera. El análisis de micromatriz (microarray) de DNA identificó más de 300 genes que exhiben expresión alterada luego de la incubación de las células epiteliales con EcN, incluyendo la expresión y distribución de zonula occludens-2 (ZO-2) una proteína de la unión estrecha (estructuras que crean barrera de permeabilidad en tejidos como epitelio y endotelio).
Estudios adicionales han demostrado que el pretratamiento de monocapas epiteliales con las bacterias probióticas Lactobacillus acidophilus R0052 y Lactobacillus rhamnosus R0011, reduce el daño epitelial luego de una exposición a E. coli O157:H7 y E. coli O127:H6, al prevenir la caída en la resistencia transepitelial inducida por el patógeno, una medida de la integridad de barrera. Estos probióticos también han reducido el número de focos de rearreglos de α-actinina, indicativo de número reducido de adhesiones y lesiones por adelgazamiento formadas en respuesta a E. coli O157:H7. En este estudio, son necesarias bacterias productoras de ácido láctico viables para mediar los efectos observados. En otro estudio reciente, la preincubación de monocapas de células Hep-2 con 2 cepas de lactobacilos, Lactobacillus delbrueckii subsp. lactis CIDCA 133 y Lactobacillus plantarum CIDCA 83114 antes de la infección con E. coli enterohemorrágica (EHEC, por sus siglas en inglés), minimizó los rearreglos de F-actina y las alteraciones morfológicas en las monocapas celulares. En conjunto, estos estudios indican que los lactobacilos son capaces de directamente disparar respuestas celulares en las células anfitrionas que pueden impedir los mecanismos de virulencia de EHEC.
Los mecanismos moleculares exactos por los cuales los probióticos estimulan las alteraciones en la función de la célula epitelial están actualmente siendo investigados. Los estudios muestran que cepas probióticas tales como el compuesto probiótico VSL#3 (Bifidobacterium longhum, B. infantis, B. breve, Lactobacillus acidophilus, L. casei, L. delbrueckii subsp. bulgaricus, L. plantarum, Streptococcus salivarius subsp. thermophilus) puede mejorar la función de barrera epitelial y mucosa a través de la producción de metabolitos específicos. Estos incluyen la producción de ácidos grasos de cadena corta (SCFAs, por sus siglas en inglés) como subproducto de la fermentación microbiana, tales como butirato, el cual induce la diferenciación de células epiteliales e incrementa la integridad de barrera. Se ha demostrado que L. acidophilus mejora la función de barrera gastrointestinal en ratas al mejorar la alteración de la microflora, incrementando la expresión de ocludina (proteína plasma-membrana integral, localizada en las uniones estrechas) y manteniendo la unión estrecha del epitelio gastrointestinal.
Otro cambio fisiológico potencialmente inducido por los probióticos en el anfitrión involucra la inducción o sobreexpresión de mucina. Las mucinas del tracto gastrointestinal son glicoproteínas grandes, ricas en carbohidratos y de alto peso molecular, que son los principales componentes de la capa mucosa que recubre el epitelio intestinal. La mucina forma una barrera fisicoquímica que protege las células epiteliales de daño químico, enzimático, mecánico y microbiano, y limita la adherencia y subsecuente invasión microbiana. Al menos se han identificado 12 genes de mucina, y de estos, MUC2 y MUC3 son los correspondientes a las mucinas ileocolónicas predominantes. El gen MUC2 es expresado en las células caliciformes de los intestinos delgado y grueso y corresponde a la principal mucina secretada en el colon. El gen de la mucina asociada a membrana MUC3 no es altamente expresada en el colon pero es expresada tanto en las células caliciformes como en enterocitos del intestino delgado. La adherencia de cepas seleccionadas de Lactobacillus spp. (L. plantarum 299v, L. rhamnosus GG) a la línea de células epiteliales intestinales humanas HT29, induce el estímulo de la expresión génica de mucina y se correlaciona con el incremento en la secreción extracelular de MUC3. L. plantarum 299v y L. rhamnosus GG inhiben la adherencia de E. coli enteropatogénica a las células epiteliales intestinales HT29 vía la inducción o sobreexpresión de mucinas. En un modelo in vitro de célula Caco-2 (línea celular continua de adenocarcinoma colorrectal epitelial humano heterogéneo, que cuando se cultiva bajo condiciones específicas se comporta como el recubrimiento de enterocitos del intestino delgado) L. casei LGG estimula la expresión de MUC2 y tiene un efecto inhibidor en la translocación bacteriana del epitelio intestinal. El incremento en la expresión de la mucina intestinal en respuesta a los lactobacilos media la inhibición de la adherencia de patógenos a las células intestinales. Sin embargo, todavía debe implementarse el análisis de este fenómeno utilizando modelos de infección in vivo.
Interesantemente, se ha mostrado recientemente que cepas probióticas específicas tienen la capacidad de prevenir la adhesión del patógeno oportunista Enterobacter sakazakii a mucosa humana inmovilizada in vitro. Estos estudios indican que en adición a la inducción de un estímulo en la secreción mucosa por el epitelio, cepas probióticas específicas también tienen la capacidad de excluir o desplazar competitivamente a los patógenos de la mucosa humana como un mecanismo para prevenir la colonización transitoria de patógenos gastrointestinales.
Cepas probióticas potenciales pueden también inducir la liberación de defensinas de las células epiteliales. Estos pequeños péptidos/proteínas son activas contra bacterias, hongos y virus, además de también estabilizar la función de la barrera gastrointestinal. Se ha demostrado que E. coli Nissle 1917 induce la expresión génica de β-defensina-2 humana (hBD-2, por sus siglas en inglés) en células epiteliales intestinales Caco-2. Esta inducción fue mediada por las rutas de señalización del factor nuclear kappa B (NF-κB, por sus siglas en inglés) y de proteína activadora 1 (AP-1, por sus siglas en inglés). Recientemente se encontró que varias cepas, incluyendo E. coli Nissle 1917, L. acidophilus, L. fermentum, L. paracasei subsp. paracasei, Pediococcus pentosaceus y la mezcla probiótica VSL#3, inducen la expresión génica de hBD-2 en células Caco-2. Esto fue también dependiente de las rutas de señalización de proteína quinasa activada por mitógeno (MAPK, por sus siglas en inglés), NF-κB y AP-1; esta inducción de hBD-2 puede también mejorar la función de la barrera mucosa.
La habilidad de adhesión de algunas cepas probióticas permite a las bacterias probióticas la capacidad de competir con las bacterias patógenas por los receptores expresados en las células epiteliales, bloqueando así el contacto entre las células epiteliales y las bacterias patógenas. En un estudio reciente, ratones BALB/c fueron alimentados con L. acidophilus LAP5 o L. fermentum LF33, aislados originalmente de cerdo y aves por 7 días consecutivos antes de un reto oral con Salmonella enterica serotipo Typhimurium. Los números de S. enterica invadiendo hígados y bazos de los ratones alimentados con probiótico fueron significativamente más bajos que los controles alimentados con placebo; los autores sugieren que la adhesividad de las células de lactobacilos al epitelio intestinal del ratón puede ser un importante factor para su actividad antagónica contra la invasión de Salmonella in vivo. Sin embargo, esta inferencia fue basada en una valoración in vitro de la adherencia a líneas de células intestinales y no fue probada in vivo.
Producción de ácido y secreción de substancias inhibidoras
Lactobacillus spp. y Bifidobacterium spp. son capaces de producir ácidos orgánicos como productos finales del metabolismo. Especies seleccionadas de bifidobacterias, incluyendo Bifidobacterium breve cepa Yakult, exhiben actividad antiinfecciosa contra E. coli productora de toxina Shiga (STEC, por sus siglas en inglés) O157:H7 en ratones. En este estudio, B. breve Yakult fue administrada a ratones diariamente por 3 días consecutivos y los ratones fueron infectados con STEC en el día 3. Se observó un dramático decremento en el peso corporal y la muerte subsecuente en los ratones alimentados con placebo, mientras que el peso corporal fue mantenido, sin fatalidades fueron observados en los ratones alimentados con B. breve Yakult. Se creyó que esta actividad antiinfecciosa se debía a la producción de ácido acético por B. breve y la disminución del pH intestinal, lo que tuvo el efecto combinado de inhibir la producción de la toxina tipo Shiga (Stx, por sus siglas en inglés).
Se ha demostrado que Lactobacillus spp. y Bifidobacterium spp. impiden la infección de células intestinales humanas por E. coli enterohemorrágica O157:H7, por la acción combinada de ácido láctico y substancias proteináceas. Un estudio in vitro sobre la habilidad de L. rhamnosus DR20 y B. lactis DR10 para impedir la infección de líneas celulares intestinales humanas diferenciadas por E. coli O157:H7 encontró que el pretratamiento de E. coli con supernadantes de cultivo, libres de células y concentrados, de estas bacterias probióticas, redujo significativamente los números de E. coli cultivables así como la invasividad de esta cepa. El probiótico E. coli cepa Nissle 1917 interfiere con la invasión de Salmonella enterica serotipo Typhimurium en células epiteliales intestinales embriónicas humanas INT407 vía secreción de substancias inhibidoras, como se demostró cuando el probiótico fue separado de la bacteria por una barrera no permeable. En un estudio previo, se empleó un sistema de cámara transdepósito similar para demostrar que lactobacilos y bifidobacterias (L. casei, L. acidophilus, L. salivarius, B. breve, B. infantis, B. longhum) son capaces de inhibir la invasión de células epiteliales C2Bbe1 por Listeria monocytogenes en la ausencia de contacto directo, a través de la secreción de moléculas proteináceas, activas a pH bajo en el caso delas cepas probadas de lactobacilos. Sin embargo, la naturaleza de los agentes proteináceos todavía debe ser identificada.
Recientemente se examinó la producción de peróxido de hidrógeno por aislado gastrointestinal humano Lactobacillus johnsonii NCC533. A través de un análisis in silico del genoma de esta potencial cepa probiótica, se identificó el medio por el cual es sintetizado el peróxido de hidrógeno. Adicionalmente, se demostró que la cepa produjo activamente peróxido de hidrógeno in vitro a niveles que eran inhibidores de S. enterica Typhimurium.
Las bacteriocinas con compuestos con potencial actividad antimicrobiana, sintetizadas por muchas especies de bacterias, incluyendo bacterias acidolácticas. Como la habilidad de las bacteriocinas para inhibir o matar patógenos está bien documentada, estas moléculas representan candidatos obvios como mediadores de un efecto antipatógeno. En efecto, se ha demostrado que las bacteriocinas son necesarias in vivo para la colonización oral a largo plazo por la variante no cariogénica de Streptococcus mutans in un enfoque terapéutico conocido como terapia de reemplazo. En un estudio reciente se demostró la habilidad de L. salivarius UCC118 para inhibir la infección de L. monocytogenes en ratones, y directamente se asoció este efecto inhibidor a la producción de bacteriocina por L. salivarius. Se mostró que los ratones inoculados oralmente con L. salivarius UCC118 estuvieron protegidos de la infección oral subsecuente por L. monocytogenes. Sin embargo, un mutante estable de L. salivarius UCC118 que es incapaz de producir la bacteriocina Abp118, no protegió a los ratones, confirmando que la producción de bacteriocina es el mediador primario de protección contra este organismo. Adicionalmente, L. salivarius UCC118 no ofreció protección cuando los ratones fueron infectados con una cepa de L. monocytogenes que expresaba la proteína de inmunidad a bacteriocina Abp118, AbpIM, confirmando otra vez que el efecto protector observado era el resultado del antagonismo directo entre L. salivarius y el patógeno, mediado por la bacteriocina Abp118.
Inmunomodulación
Las bacterias probióticas son capaces de templar la respuesta inflamatoria del anfitrión a la infección y están consideradas como importantes mediadores de la regulación inmune en el ambiente gastrointestinal. Es factible que este papel inmunomodulador sea un factor importante en la liberación inmune de patógenos gastrointestinales y en la prevención del establecimiento de condiciones inflamatorias postinfecciosas, incluyendo el síndrome de intestino irritable (IBS, por sus siglas en inglés) en el tracto gastrointestinal. Adicionalmente, las enfermedades inflamatorias crónicas del tracto gastrointestinal, incluyendo la enfermedad de Crohn, están ligadas a infecciones subyacentes por Mycobacterium avium subsp. paratuberculosis o cepas específicas de E. coli. El tratamiento probiótico eleva la posibilidad de que dichas infecciones crónicas puedan ser manejables por una intervención no invasiva a fin de limitar la causa de la inflamación subyacente.
Las bacterias probióticas regulan las respuestas inmunes en la mucosa a través de la inducción de citocinas antiinflamatorias tales como interleucina 10 (IL-10) y el factor de crecimiento transformante beta (TGF-β, por sus siglas en inglés), mientras que disminuyen la expresión de citocinas proinflamatorias tales como el factor de necrosis tumoral (TNF, por sus siglas en inglés) e interferón gamma (IFN-γ). B. breve y Streptococcus thermophilus secretan metabolitos que inhiben la secreción de TNF-α inducida por lipopolisacáridos en las monocapas de células mononucleares de sangre periférica (PBMC, por sus siglas en inglés). Se ha demostrado una reducción significativa en interleucina 8 (IL-8) y un incremento en IL-10 secretadas por células epiteliales, luego de un pretratamiento con probióticos antes de la infección con L. monocytogenes. Varias cepas comensales, incluyendo L. casei NCDO1205, L. salivarius UCC118 y B. breve UCC2003, son capaces de inducir esta respuesta. Similarmente, tanto B. infantis 35624 como L. salivarius UCC118 son capaces de reducir las respuestas proinflamatorias inducidas por S. enterica Typhimurium in vitro. Estas cepas comensales probióticas fueron capaces de atenuar las respuestas de IL-8 e incrementar la respuestas de IL-10 en un modelo in vitro de infección por Salmonella.
La base mecanística de dichas respuestas ha sido examinada. Bacteroides thetaiotaomicron reduce la inflamación debida a interacciones Salmonella-TLR5 (receptor tipo Toll 5). El mecanismo de esta respuesta antiinflamatoria fue dependiente del receptor activado por la inhibición de NF-κB, mediada por el proliferador de peroxisoma gamma (PPAR-γ, por sus siglas en inglés) y fue directamente inducida por B. thetaiotaomicron. Adicionalmente, L. rhamnosus GG es capaz de activar NF-κB y proteínas transductoras de señal y activadoras de transcripción (STATs, por sus siglas en inglés), factores de transcripción citoplásmicos latentes que regulan la transcripción de genes que codifican proteínas involucradas en la señalización de citocinas y respuestas inflamatorias en macrófagos.
Algunos probióticos también estimulan la producción de inmunoglobulina A secretora (sIgA, por sus siglas en inglés) y activan las células T reguladoras. Estos efectos han sido vistos en estudios humanos y demuestran que la sIgA anti Polio se incrementa en aquellos a quienes se administró una preparación probiótica viable de B. lactis Bb-12. Similarmente, se atestiguó un incremento en células IgA+ en ratones a los que se administró L. casei. Sin embargo, otros estudios han demostrado que la estimulación de sIgA en humanos es lograda por una preparación prebiótica pero no por la administración de probióticos vivos (Bifidobacterium animalis).
Las condiciones inflamatorias del tracto gastrointestinal pueden ser iniciadas por una respuesta inmune local desregulada a la microbiota normal y son dependientes del anfitrión. Sin embargo, un subjuego de pacientes de IBS experimenta síntomas luego de una infección gastrointestinal (IBS postinfeccioso). Adicionalmente, se ha propuesto a la infección subyacente como un posible disparador en la enfermedad de Crohn, y se han sugerido tanto a M. avium subsp. paratuberculosis o a E. coli adherente invasiva (AIEC, por sus siglas en inglés) como posibles fuentes de inflamación. Se ha demostrado que L. casei DN-114 001 es capaz de inhibir cepas de AIEC aisladas de pacientes con la enfermedad de Crohn en modelos de infección en cultivo celular, sugiriendo que la intervención probiótica puede presentar una estrategia futura para limitar la patogénesis de un disparador potencial de inflamación en la enfermedad de Crohn.
En efecto, estudios en humanos indican que cepas específicas de probióticas pueden reducir los síntomas de IBS a través de la inmunomodulación y pueden ser una promesa para el tratamiento de la enfermedad inflamatoria del intestino (IBD, por sus siglas en inglés), aunque se requieren estudios adicionales. Recientemente se ha demostrado que L. acidophilus reduce la respuesta inflamatoria en células epiteliales gástricas vía la producción de ácidos linoleicos conjugados (CLA, por sus siglas en inglés, familia de por lo menos 28 isómeros del ácido linoleico). En este estudio, un medio acondicionado, conteniendo L. acidophilus productora de CLA, interactúa con la inhibidora de kappa B quinasa (IκB quinasa), induciendo la fosforilación de IκBα inhibidora llevando a su disociación de NF-κB y así, la activación de NF-κB. Se ha demostrado recientemente que Lactobacillus reuteri secreta factores que potencian la apoptosis al estabilizar la degradación de IκBα y la inhibición de la translocación nuclear de p65, llevando a la supresión de los productos génicos dependientes de NF-κB que median la proliferación celular y la supervivencia celular, incluyendo ciclooxigenasa 2 (Cox-2, por sus siglas en inglés) y Bcl-2 (familia de proteínas que regulan procesos de permeabilización mitocondrial), respectivamente. La promoción de la apoptosis celular sirve como una terapia para prevenir el cáncer colorrectal e IBD.
La mezcla probiótica VSL#3, que contiene bifidobacterias (B. longhum, B. infantis y B. breve), lactobacilos (L. acidophilus, L. casei, L. delbrueckii subsp. bulgaricus y L. plantarum) y S. salivarius subsp. thermophilus liofilizadas viables, puede modular significativamente la respuesta inmune y se ha demostrado que juega un papel en el mantenimiento del tratamiento en colitis ulcerativa. En este estudio, los pacientes con colitis ulcerativa en remisión recibieron VSL#3 por 12 meses, demostrándose que en aquellos que tomaron el probiótico, la mayoría continuó en remisión a lo largo de la duración del estudio. Recientemente se ha demostrado que cultivando células dendríticas sanguíneas humanas con componentes de la pared celular de la mezcla probiótica VSL#3, indujo la maduración de células dendríticas y estimuló la producción de IL-10. Las células dendríticas, que juegan un importante papel en el reconocimiento bacteriano temprano y en las respuestas de las células T, pueden ser mediadores centrales de estos efectos probióticos. En efecto, la administración de VSL#3 está asociada con un incremento temprano de la producción de IL-10 y células T CD4+ reguladoras portando TGF-β superficial en modelos murinos de colitis, mientras que los estudios en humanos han mostrado un incremento en las células T reguladoras en la mucosa y una reducción en la actividad de la enfermedad conocida como pouchitis (fenotipo de enfermedad inflamatoria del intestino). Se ha demostrado que la cepa L. acidophilus L-92 regula tanto las respuestas de citocinas de las células Th1 como de las células Th2 en ratones BALB/c, posiblemente a través de la modulación de la activación de células T reguladoras asociada a TGF-β, sugiriendo una terapia potencial para la enfermedad mediada por Th1 y Th2, incluyendo la enfermedad autoinmune y las enfermedades inflamatorias.
Inhibición de la expresión del factor de virulencia
Un mecanismo potencial de acción por el cual cepas potenciales de probióticos pueden impedir la labor de los patógenos es a través de la modulación de los patrones de expresión de genes y/o proteínas por mecanismos bactrianos de señalización. Interesantemente, los supernadantes libres de células de L. acidophilus inhiben la sensibilidad a quórum y la expresión génica de virulencia en E. coli O157:H7, pero no afectan la expresión de la toxina Shiga de esta cepa. Otros investigadores han utilizado análisis de microarrays para investigar los cambios transcripcionales globales en E. coli O157:H7 luego de la coincubación con L. rhamnosus GG (conocida como LGG); los resultados indican que la coincubación con LGG reduce la expresión de 6 genes que codifican la producción de toxina tipo Shiga en E. coli O157:H7. Subsecuentemente, se demostró que una variedad de cepas de lactobacilos, pediococos y bifidobacterias (L. rhamnosus GG, L. curvatus, L. plantarum, L. jensenii, L. acidophilus, L. casei, L. reuteri, Pediococcus acidilactici, P. cerevisiae, P. pentosaceus, Bifidobacterium thermophilum, B. bolum, B. suis y B. animalis) reprimen la expresión de StxA en este sistema modelo, sugiriendo un mecanismo global por el cual la microbiota podría impedir la expresión del factor de virulencia en este patógeno. De forma similar, otro estudio reciente examinó la habilidad de una variedad de cepas probióticas potenciales para inhibir el patógeno ureolítico Yersinia enterocolitica; se determinó que una cepa probiótica, L. plantarum ITM21B, fue capaz de inhibir la actividad de ureasa en el patógeno. En general, es posible que estudios futuros puedan descubrir las redes reguladoras que gobiernan los mecanismos de señalización entre patógenos y comensales.
Existe evidencia acumulada que apoya el papel de los probióticos como una alternativa a los métodos convencionales de prevención y tratamiento de enfermedades intestinales y desórdenes inflamatorios. Se ha propuesto que la introducción de organismos probióticos mejora la función digestiva, reduce la inflamación crónica y mejora la recuperación de las enfermedades de origen alimentario.
Trabajos previos en modelos roedores de enfermedad han demostrado un papel para los probióticos en la disminución de infecciones causadas por Helicobacter pylori, Citrobacter rodentium (modelo murino de EPEC) y S. enterica Typhimurium, y pruebas clínicas han mostrado que la administración de probióticos puede mejorar significativamente la erradicación de H. pylori en pacientes infectados. Análisis in vitro han indicado que la regulación de la producción mucosa por probióticos puede prevenir la colonización por EPEC y existe una aparente correlación entre la inmunomodulación por probióticos y la eliminación de patógenos de origen alimentario.
El uso eficiente de terapias probióticas requerirá que sean identificados los mecanismos precisos por los cuales las cepas específicas de probióticos ejercen sus efectos. Aunque los detalles moleculares detrás de los modos de acción de los probióticas permanecen prácticamente desconocidos, recientemente se han hecho progresos significativos hacia la comprensión de la forma en que los probióticos ejercen sus efectos benéficos a nivel molecular, lo que sugiere que la siguiente fase de desarrollo terapéutico representará un enfoque de “bichos o medicamentos”, en donde los agentes terapéuticos basados en probióticos sean desarrollados como farmabióticos específicos.
Saludos cordiales redactores y lectores del blog, relmente he leído vuestro interesante artículo, es realmente extenso y tiene mucho contenido. Les cuento lo más breve mi estado personal, hace años que vengo luchando con problemas estomacales, sufro de mucha acidez y a pesar de que vengo trabajando mucho con la alimentación para poder tratarla no logro poder erradicarla eficazmente.
Me he portado bien, he eliminado la sal, los picantes, las bebidas gaseosas, no es necesario decir que ya no fumo y que tomo alcohol solo en ocasiones especiales. Voy a seguir al pie de la letra algunos consejos para ver si puedo lograr tomar el control pleno de mi estómago.
Desde ya muchas gracias por compartir mi historia en su prestigioso sitio.
Saludos a todos!
Hola Dr Salud,
Gracias por su comentario. A riesgo de comentar sin conocer la historia clínica, una posibilidad sería el consumo de productos de trigo, cebada o centeno, debido al gluten que contienen, y que suele manifestarse precisamente con malestar estomacal y acidez, entre otros signos. Hago resaltar esto porque es, con mucha frecuencia, pasado por alto.
Por supuesto, existen otras posibilidades.
De cualquier manera, el consumo moderado de probióticos es una medida que puede ayudar.
Saludos.