Los abordajes dirigidos a la microbiota del deportista
Los estudios experimentales y clínicos alrededor de la microbiota, realizados en las últimas décadas, han permitido diseñar intervenciones que promuevan la salud, combatan las enfermedades y, más recientemente, contribuyan al rendimiento deportivo. Estos abordajes incluyen la modulación del microbioma o el impacto directo en al anfitrión a través de la alimentación, ya sea empleando prebióticos o mediante la nutrición personalizada.
La microbiota del atleta es diferente a la de otras personas, no hay duda. El ejercicio se asocia con efectos tanto benéficos (incremento en la diversidad) como perjudiciales (expansión de patógenos oportunistas) para la microbiota intestinal y en otros sitios corporales, de la mano con las adaptaciones fisiológicas y metabólicas que experimenta el cuerpo del atleta, que dependen del estado fisiológico y el fenotipo individual, lo que trae como consecuencia que la composición y funciones de la microbiota sean marcadamente diferentes a las de la microbiota en una persona sana y sedentaria, sin dejar de considerar que existe variación interindividual en la microbiota de la persona que realiza uno o más deportes, gracias a los aspectos propios de la persona, comentados en las secciones previas, las demandas físicas y psicológicas de las disciplinas practicadas y los niveles de entrenamiento y competencia. Estos elementos “confundidores” hacen dificil establecer una firma microbiana óptima para los atletas, no solamente en el tracto gastrointestinal sino en todo el cuerpo, aunque ya se ha logrado identificar algunas asociaciones y correlaciones sobre el efecto del ejercicio en algunos importantes taxones que conforman la microbiota humana. La enorme mayoría de los estudios en personas físicamente activas, deportistas y atletas de élite, tiene una muestra pequeña, diseño heterogéneo y se ha centrado en la microbiota colónica, en periodos menores a 6 meses, lo que deja un vacío en el conocimiento sobre los efectos a largo plazo y, más grave aun, poca confianza en los resultados, difícilmente reproducibles; hay mucho trabajo por hacer.
En los humanos, el tracto gastrointestinal contiene aproximadamente 1014 bacterias, pertenecientes a más de 1000 especies y unas 7000 cepas, que representan aproximadamente 3 millones de genes y una masa de unos 2 Kg; es precisamente en el tracto gastrointestinal en donde son más evidentes los efectos de la microbiota en la salud del deportista, lo que no puede separarse del contexto ambiental, pues la genética, la ubicación geográfica, la nutrición, el uso de fármacos y muchos otros factores van a determinar el estado de nuestra microbiota en este importantísimo sistema corporal.
Aunque las primeras observaciones y descripciones de microorganismos fueron realizadas por Robert Hooke y Anton van Leeuwenhoek, entre 1665 y 1683, fue en el siglo XIX que científicos como Eichstedt, Robin, Ogston, Rosenbach, Escherich, Pfeiffer y muchos otros lograron identificar a aquellos asociados con algunas de las enfermedades infecciosas que imperaban entonces. Sin embargo, se distingue a Robert Koch, Louis Pasteur y Elie Metchnikoff por sus enormes aportaciones a la microbiología y la inmunología, que incluyen las ideas incipientes de que los microorganismos al interior del cuerpo contribuyen a la fisiología y el mantenimiento de la salud, que su desequilibrio (que actualmente denominamos disbiosis) se asocia con la enfermedad y que algunos microorganismos que se emplean en la elaboración de los alimentos fermentados pueden restablecer dichas comunidades (recuperar la eubiosis), entre muchos descubrimientos e hipótesis.
El microbioma colónico, el más estudiado hasta ahora, es no solamente el más abundante y diverso, sino que los efectos de su composición y metabolismo comunitario se dejan sentir tanto a nivel local como sistémico, gracias a los múltiples ejes funcionales en los que participa. Y en esta conferencia revisaremos muy brevemente algunos conceptos importantes sobre el microbioma en el manejo de nuestros pacientes.